estado de fermento

"Por inusitado que sea, este modo de publicar me parece más natural y más modesto que el libro propiamente dicho, para una parte considerable de lo que pensamos. Ya que una necesidad, hecha en parte de vanidad y en parte de sentimientos más nobles, nos obliga a escribir, reservemos la forma del libro para aquellos sistemas de ideas que acaben por tomarla espontánea y naturalmente. Para el resto, esta otra forma es la mejor: así podemos ser más verdaderos y más sinceros; evitamos menos difícilmente el peligro de forzar la afirmación y de simetrizar por la violencia, y conservamos la libertad de dudar, de ignorar, de completarnos y de corregirnos".
Un tipo polémico, un filósofo lleno de vida. Así lo empiezo a imaginar a Carlos Vaz Ferreira, ahora que me acerco a él y me alejo de un lente intelectualista con el que lo prejuzgaba.

Fermentario, así se llama una obra de este filósofo uruguayo: allí deja esos pensamientos verdaderos, sinceros, un tanto crudos, o recién salidos del horno capaz. Poner el pensamiento a fermentar, así haciéndolo letra fue uno de los proyectos de este pensador.

Suficiente introducción, vamos al punto.

Lo que he venido publicando por acá es fermento, pero también cristal. Pensamiento que pretende estar pulido. Entonces, para conservar esa libertad de la duda y la ignorancia, abrimos un espacio en ¿será clown? para el fermento de los pensamientos sobre nuestra arte. Y digo abrimos porque invito a que aparezcan los fermentos que circulen entre ustedes. Que fermenten vivendo acá.


Adeeeentroo:

Estado y Acción

Decimos, creemos, hacemos clown desde el estado. Habría una diferencia en hacer clown a partir del estado, una forma de sentir, que en hacerlo a partir del personaje (formas de caminar, hablar, reaccionar, prefijadas).

Ahora, sucede que si uno entra demasiado en estados puede ser que eso disminuya su escucha y la posibilidad de compartir algo prefijado. En concreto creo que eso me pasó actuando el fin de semana pasado. En un número que tiene sus tiempos lentos en algunas partes, hice una pasada disfrutable y en sintonía con el público, pero un tanto apurada. Creo que el apuro vino porque al actuar entré en un estado particular que me llevaba hacia allí.

Sobre esto, leo a Daniele Finzi Pasca:

El gesto del clown es un gesto en conmoción, se hace “junto a”. Tú estás enfrente de este dragón y lo invitas a danzar, y lo invitas siendo tú mismo, percibiéndote a ti. No importa saber si estás feliz o estás emocionado mientras danzas. (…) Parto de una idea guía: “nunca estar en el gesto que tú estás cumpliendo. Nunca estar donde se está”. Es un enfoque distinto a muchas otras escuelas. Creo que se tiene que estar siempre alrededor del gesto principal, no importa sentir, vivir una emoción, sino percibir continuamente el efecto que provoca. (Teatro de la Caricia: p. 39).

Sin caer en la solución perfecta o definitiva, pero dejando que la acción payasa también fermente, abro esta duda. ¿Qué pasa con el sentir? Parece que a veces hay que moderar adentro para ver afuera con más fineza. Se trata de nuestro viaje sobre el estado, de estar allí, pero no solo en lo que pasa "adentro" sino atentos, a lo que va pasando "afuera". ¿adentro y afuera? De estar afuera de uno. ¿el encuentro?